sábado, 18 de octubre de 2008

Siete jugadores de rugby argentinos encuentran en Valladolid "calidad de vida"

Valladolid, capital de Castilla y León (España), del cordero asado y del buen vino, también lo es del deporte del balón oval, con dos equipos en la élite nacional que cuentan, en total, con siete jugadores argentinos de rugby que han encontrado a orillas del río Pisuerga "calidad de vida".

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(EFE)
Los jugadores de rugby Fabio Gallopa, Aníbal Bonan, Víctor Azevedo (columna izda., de arriba abajo), Diego Gorosito, Alejandro Gutiérrez, Pablo Miguel Ruiz e Ignacio Gutiérrez (columna derecha, de arriba abajo).
Fabio Galloppa, Ignacio y Alejandro Gutiérrez Muller, juegan en el Cetransa El Salvador, vigente campeón de la División de Honor española, mientras que Víctor Azevedo, Aníbal Bonan, Diego Gorosito y Pablo Miguel Ruiz, lo hacen en el Nodalia Rugby, cuarto en la pasada edición del campeonato.
El rugby les unió en Valladolid y, a pesar de la gran rivalidad que existe entre ambos conjuntos, todos ellos mantienen una estupenda relación como demostraron durante un encuentro con la Agencia Efe en el que el asado argentino se intercaló con sonoras risotadas provocadas por la locuacidad de Fabio Galloppa y la sorprendente historia de Diego Gorosito.
Los dos son los que más años llevan en Valladolid y, Gorosito, el que más en España. Vino a estudiar arquitectura técnica y primero estuvo en Salamanca, aunque antes, estuvo en Brasil y Estados Unidos tras abandonar Argentina con 17 años. "Tengo algo de cada sitio", apunta, al mismo tiempo que indica que "siente más las costumbres españolas que las argentinas".
Está intentando acabar la carrera, trabaja como jefe de obra y juega al rugby, pero su futuro pasa, aunque de forma dubitativa, por vivir en Madrid, "una ciudad muy similar" a su Buenos Aires natal. No obstante, no oculta que en Valladolid se encuentra "muy cómodo por la ausencia de tentaciones geográficas. Mejor que no tenga ni playa mi montaña para no distraerme", comenta.
Mientras, Galloppa, tras cinco años en Valladolid en dos etapas diferentes marcadas por una estancia de dos años en Francia, está "bien adaptado", junto a su mujer y sus dos hijos a la vida que respira la localidad vallisoletana de Boecillo.
"Objetivamente, regresamos a España porque estábamos mucho mejor que en Francia. En Boecillo encontré además lo que quería darle a mis hijos, un ambiente más de pueblo algo parecido a lo que tenía yo en Argentina", relata, el jugador natural de Córdoba, instantes antes de mostrar la bodega que restauró junto a los hermanos Gutiérrez Muller. Allí, presume de los asados que prepara.
Pero en el Nodalia Rugby tiene un duro competidor, Víctor Azevedo, experto en el plato típico, ya que ha trabajado de cocinero en Valladolid, aunque ahora prefiere combinar el gimnasio y los entrenamientos con clases de inglés y francés.
Este es su segundo año y admite que se encuentra perfectamente acostumbrado al frío que invade Valladolid a medida que se va acercando el invierno. "Llevo dos años en invierno, porque cuando vuelvo a mi casa en verano, allá es cuando más frío hace", narra el jugador natural de Mar de Plata, que también menciona que lo que más añora de Argentina es "a la familia".
"No tenerlos cerca cuando se necesita y te das cuenta que estás a trece mil kilómetros, se complica", añade Azevedo, quien lo tiene más difícil para disfrutar de sus seres queridos que los hermanos Alejandro e Ignacio Gutiérrez Muller, quienes llegaron juntos a sus padres a Vigo hace varios años. La crisis del 2001 en el país suramericano instigó, como pasó muchos compatriotas, que emigrasen.
Estudian económicas al mismo tiempo que juegan al rugby en el Cetransa El Salvador. Además, comparten habitación en una residencia para deportistas presidida por una bandera albiceleste. Para ambos
Aníbal Bonan también es universitario, ya que estudia empresariales, tras haber ha vivido a caballo entre Argentina, Las Islas Canarias y Madrid. Por eso, considera que "en España se vive como en ninguna parte del mundo, algo que podría ocurrir en Argentina si "la situación estuviese un poco estabilizada".
"En Argentina han robado durante años hasta que explotó. Es una casa gigante que se derrumba y no tienes herramientas para levantarla", expresó el jugador.
El último en llegar ha sido Pablo Miguel Ruiz, quien tras militar la pasada temporada en un conjunto italiano, se ha instalado junto a su mujer italiana y su hija recién nacida. Apuesta por "arriesgar por la enana y estar con la familia, que es lo que a uno le da fuerzas para seguir adelante", a pesar de que desconoce si su futuro pasa por vivir en Valladolid o en Italia. Con el tiempo se verá.