viernes, 5 de junio de 2009

De Twickenham a Old Trafford

MANCHESTER, Inglaterra.- Lejos del bullicio urbano de Londres, Manchester mantiene la calma de una ciudad pequeña. El asentamiento de empresas multinacionales no modificó la fisonomía de un sitio industrial. Conserva las construcciones victorianas, los secretos de las calles adoquinadas y angostas, y luce atravesada por los brazos del canal Duke Bridgewater. Ni siquiera la crisis del gobierno del primer ministro inglés, Gordon Brown, o la inestable vida de la cantante Susan Boyle alteraron el sosiego de los 2.500.000 habitantes, si se contabiliza a quienes residen en los suburbios. Tal vez, el partido de mañana entre los Pumas e Inglaterra, en Old Trafford, cambie los hábitos de una ciudad condenada a la rigidez y al orden.
Desde noviembre de 1997 que el seleccionado inglés no visita esta ciudad. Aquella vez -la única-, cayó 25-8 con los All Blacks, y desde entonces no había soltado amarras del estadio de Twickenham, la Catedral del rugby. La decisión de abandonar Londres había tomado fuerza para solidarizarse con los pobladores de Manchester, víctimas un año y medio antes de un ataque explosivo de la IRA irlandesa, que no causó muertes, pero sí obligó a reconstruir el corazón financiero de la ciudad.
El entusiasmo del público recién se despereza y quizá mañana se movilice en multitud hacia el estadio. Hasta ayer, no se alcanzaban las 40.000 entradas vendidas, un poco más de la mitad de la capacidad del estadio de Old Trafford, que cumplirá 100 años el 19 de febrero próximo.
Más allá del contexto, que será bastante diferente al de Londres, la Argentina e Inglaterra han sufrido una metamorfosis importante desde la última vez que se enfrentaron, aquel histórico 11 de noviembre de 2006, cuando los Pumas vencieron por primera vez en Twickenham (25-18), consolidando una evolución de juego y madurez que concluyó con el tercer puesto en la Copa del Mundo del año siguiente.
"Tomando lo que pasó en el Mundial 2007, es irreal decir que van a jugar el segundo contra el tercero del mundo. Ambos seleccionados están instrumentado un recambio grande. Los Pumas tienen un equipo diferente, hay nuevos líderes y capitán, estamos en plena construcción. No podemos compararnos por nada con el equipo de 2006, o el del Mundial", desestima Santiago Phelan, el head coach argentino.
En el plantel nacional que está afincado ahora en Manchester hay diez jugadores que estuvieron en la inolvidable gesta de Twickenham. Seis de ellos volverán a ser titulares, como aquella vez: Juan Martín Hernández, Gonzalo Tiesi (en 2006 jugó los primeros 20 minutos y lo reemplazó por lesión Federico Todeschini, autor de 22 de los 25 puntos), Miguel Boris Avramovic, Juan Fernández Lobbe, Juan Manuel Leguizamón y Patricio Albacete. Entre el resto, Marcos Ayerza fue titular, pero mañana será suplente, y Esteban Lozada y Horacio Agulla sumaron aquella noche británica sus primeros pasos en el seleccionado. Alberto Vernet Basualdo no ingresó, aunque también fue protagonista del logro.
En Inglaterra, la renovación es aún más acentuada: únicamente el segunda línea Ben Kay, que mañana será relevo, participó del último test-match. Y como si fuera poco, además, el equipo de Martin Johnson sufrirá la baja de algunas de sus figuras, afectadas al tour por Sudáfrica de los British & Irish Lions.
Son profundas las huellas que dejó en la memoria el triunfo argentino de 2006. Fue histórico. "Ganar donde se creó el rugby, ante ese marco de gente, y contra una potencia fue fantástico, uno de los mejores momentos que viví. No es imposible repetir lo de Twickenham, pero para hacerlo habrá que dejar la vida, defender como nunca y estar concentrados", dice Fernández Lobbe, capitán de los Pumas ante la baja de Felipe Contepomi.
Una voz autorizada para describir el valor que tiene este nuevo choque para el equipo de la Rosa es Marcos Ayerza. Pilar de Leicester Tigers desde hace tres temporadas y elegido como el destacado del torneo inglés en su puesto, el ex Newman opina: "En Inglaterra se habla mucho de los partidos con la Argentina. Le tienen mucho respeto a los Pumas, sobre todo por la famosa victoria de 2006. Esa derrota los marcó mucho a ellos y se quieren tomar revancha cuanto antes".
Con melancolía y orgullo se evoca el triunfo argentino en Twickenham. Es un recuerdo petrificado como una foto. La memoria se proyecta de Londres a Manchester, de la Catedral del rugby al Teatro de los Sueños. Repetir la historia no es una esperanza absurda ni una misión imposible. Menos si se trata de los Pumas.

*LA NACION