lunes, 29 de septiembre de 2008

Borrachos de alegría

Con el desgaste del sábado tras haber sacado adelante en medio de un temporal un partido increíble ante Coronel Suárez, pero con las mismas ganas de volver a saborear el triunfo con ese espíritu competitivo que no diferencia talentosos o rústicos, Estudiantes festejó en su casa. Pero antes Pato Moneo se había encargado de ponerle stop a la celebración anticipada que incluía choris y animales de toda clase para tirar a la parrilla. “Vamos a festejar recién cuando el árbitro pite el final y seamos los ganadores”, dijo.Fue 17-10 de Estudiantes sobre Pico Rugby y título de la zona sur de la Unión de Rugby del Oeste de Buenos Aires. Y lo que le da un plus a la historia es que el Celeste lo hizo con 14 hombres, después de que Diego Pons cometiera el desliz de pisarle la cabeza a un adversario en un ruck. El referee Ignacio Rodríguez Berdier, de manera inmediata y sin recibir protestas por su fallo, a los 36 del primero mostró la tarjeta roja.Había comenzado mejor Pico con un penal de Videla, a los 7m, con la complicidad del viento en medio del clima de final que empezó a calentarse ya desde las tribunas.Dentro de la cancha también había acción con dos propuestas bien diferenciadas: del lado local, atacar con los gordos y progresar con esa formación a pesar del desgaste del sábado; de la visita, jugar con los tres cuartos, abrir la pelota y sacar ventaja con la velocidad ante un pack cansado. Claro, siempre y cuando Estudiantes lo permitiera.Sin embargo, el orgullo del equipo de Ramiro Alvarez Peña y Daniel Carracedo pudo más. Lucas Morales volvió a jugar como en sus mejores tardes para conducir la ofensiva de los tipos grandes; Campana, a pesar de su lesión en el pie, también buscó generar espacios y jugar con la desesperación de Pico. Y generar el error. Por eso, Pancho Etcheberry marcó el empate a los 20, después de cambiar por tres puntos el penal.El 3-3 fue justo lo que buscaba el local. Golpear y sumar para ganar en confianza y romper la barrera -muchas veces hasta psicológica- del vacío en el marcador.Aunque el primer tiempo se iría con malas noticias para el local: la amarilla de Gilardoni y la roja de Pons. Un castigo que ponía en riesgo serio lo que se había construido durante más de treinta minutos.En el segundo tiempo se animó el local y, aunque esta vez la obtención no fue un arma que garantizara seguridad, ganó metros con el caballo que utilizó para batallar: el maul. Simón Garzarón se repartió con Andrés Somovilla el volante de ese ómnibus en la formación móvil; Tridente seguía sacando fuerzas -nadie sabe cómo después del tremendo desgaste del sábado- y, de ese empuje liderado por el hooker, llegó el esperado try de un back. Fue Ramiro Farías, aún con su pierna maltrecha, el que tomó el balón para arrojarse en el ingoal de Pico y escaparse. Etcheberry tuvo la precisión a pedir de sus pies y la final se fue 10-3 para el local.Gastón Pechín cambió de conductores. Y la juvenil pareja de medios le imprimió velocidad, vértigo -y sobre todas las cosas profundidad- a cada avance de Pico. Una receta que, de haberla empleado antes, acaso pudo haber cambiado el rumbo del juego.Los kicks profundos jugaron un papel casi decisivo, ya con el viento acompañando la pelota en el avance santarroseño. Estudiantes buscó el line, tener la pelota, reagrupar a sus hombres y avanzar y avanzar. Nunca Pico pudo encontrarle la solución al problema planteado por el local y por eso, desde un nuevo maul, nació el try penal a los 12m. por derrumbe de la defensa visitante para que Etcheberry diera más respiro. Todo, con 14 hombres en cancha, lo cuál es un mérito.Si Farías tuvo una actuación determinante en el try, lo fue más en un desbalance defensivo cuando, a sólo un metro del ingoal, se colgó del atacante de PR para tacklearlo y dejarlo olfateando la guinda del postre. Se durmió el Celeste en esa ventaja de 17-3. Un kick que picó a favor generó el avance piquense para que Darío Bertone marcara el try convertido por Videla, a sólo cinco minutos para el cierre.Pico fue por todas con la velocidad de los tres cuartos y sabiendo del agotamiento de un pack que había dado hasta las gotas del tanque de reserva.Se equivocó Simón Garzarón al enviarla afuera en medio de un ruck creyendo que la persiana se bajaba. Nada estaba terminado hasta que, finalmente, la pelota salió de la cancha, Rodríguez levantó su mano y pitó el cierre de la historia.Ahora sí, el asado está listo. La cerveza y el champán -para seguir ebrios de felicidad- también.

*http://www.eldiariolp.com.ar/index.php option=com_content&task=view&id=30051&Itemid=36